El castillo de Langenburg, situado en una montaña sobre el río Jagst, en Alemania, se remonta sus orígenes al período Staufer y se convirtió en la sede ancestral de la Casa de Hohenlohe en el siglo XIII.

Propiedad de la familia principesca Hohenlohe desde entonces, sigue siendo la residencia del príncipe de Hohenlohenlohe-Langenburg.

El castillo experimentó importantes expansiones y renovaciones a lo largo de los siglos, pasando de ser una fortaleza medieval a un palacio renacentista bajo el conde Philipp Ernst en el siglo XVII.

Las características notables incluyen el patio del palacio de estilo renacentista, adornado con galerías, altares y torres de escaleras en espiral, considerado uno de los más hermosos de su tipo en Alemania.

En el siglo XVIII se intentó reconstruir partes del castillo en estilo barroco, que continuó en el período romántico con la adición de elementos góticos. Sin embargo, la tragedia golpeó en 1963 cuando un incendio destruyó partes del castillo, incluyendo muebles y pinturas históricamente valiosos.

Los esfuerzos de reconstrucción comenzaron inmediatamente, financiados en parte por la venta del Palacio de Weikersheim. En particular, el Castillo de Langenburg recibió una visita de la reina Isabel y el príncipe Felipe durante su visita de estado a Alemania en 1965, mostrando el trabajo de restauración en curso.

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