Se denomina manantial al lugar donde el agua brota naturalmente entre las piedras o de la tierra. El manantial, por lo tanto, es una fuente de agua que puede ser temporal o permanente.

Por lo general, un manantial surge cuando el agua de las precipitaciones se infiltra en un área cuyo subsuelo presenta niveles impermeables. Esto hace que, llegado un cierto punto, el agua no pueda seguir penetrando y termine saliendo a la superficie.

Dependiendo de la frecuencia del origen (caída de lluvia o nieve derretida que infiltra la tierra), un manantial o naciente puede ser efímero (intermitente), perenne (continuo) o artesiano. Los pozos artesianos son manantiales artificiales, provocados por el hombre mediante una perforación a gran profundidad y en la que la presión del agua es tal que la hace emerger en la superficie.

Cuando el agua aflora a la tierra, puede formar un estanque o arroyo. Las aguas termales, así como los géiseres, también son manantiales.

Los minerales se disuelven en el agua a su paso por zonas subterráneas. Esto le brinda sabor al agua y hasta burbujas de dióxido de carbono, dependiendo de la naturaleza geológica del terreno. Por ello, el agua del manantial o naciente (spring water) se vende como agua mineral, aunque frecuentemente el término se aplica por motivos publicitarios.

Los antiguos griegos y romanos rendían culto a las fuentes naturales, las cuales generalmente eran consagradas a un dios o a una diosa.

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