Vicent Van Gogh (1853-1890) descubrió su vocación artística tras una honda crisis espiritual a los veintisiete años. Tras ejercer como predicador entre mineros pobres, marchó al sur de Francia para captar una luz nueva que plasmaría en en sus cuadros; en los diez años que le quedaban se entregó a la pintura como a una misión, a menudo en la más absoluta pobreza.

Van Gogh se obsesionó en 1888-1889 con los girasoles: pintó una serie de tres cuadros similares con catorce girasoles en un jarrón, dos con doce girasoles, uno con tres y otro con cinco. La intensidad del color amarillo de estas flores adquiere valor impresionista y simbólico, al margen de la descripción realista. Gaughin nos ha dejado una reveladora pintura de Van Gogh mientras pinta los girasoles.

Creó un estilo visionario de una intensidad inconfundible, con un uso abstracto del color y pinceladas amplias y enérgicas que crean valores simbólicos y expresivos.

En Arlés, sur de Francia, pintó más de doscientos lienzos en quince meses, de los que no vendió ni uno. Las crisis nerviosas, las alucinaciones y las depresiones le llevaron a ingresar voluntariamente en un sanatorio. Pintó frenéticamente hasta el último día, destacando más de 30 autorretratos. "Dicen -y me lo creo- que cuesta conocerse a uno mismo. Tampoco resulta fácil pintarse a uno mismo" escribió el artista holandés.

Artista imprescindible; de él, de su arte personal e intuitivo, surge todo el expresionismo pictórico.

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