John Bellingham (1769-1812) fue el asesino más famoso de Gran Bretaña en el siglo XIX. Este comerciante acabó en una prisión rusa acusado de no pagar una supuesta deuda. Pasó cuatro años en una cárcel de Arkhangelsk (Arcángel, en el norte de la Rusia europea) repartidos en dos períodos.

Cuando regresó a Inglaterra, en diciembre de 1809, reclamó al gobierno una indemnización, que nunca le fue concedida porque Gran Bretaña y Rusia habían roto sus relaciones diplomáticas. Desesperado tras años de infructuosa lucha, Bellingham compró dos pistolas del calibre 50 en una tienda de Skinner Street de Londres.

Veinte días después, el 11 de mayo de 1812, acudió al Parlamento británico, entró al edificio con las armas escondidas en un bolsillo interior de su abrigo y esperó tranquilamente en el vestíbulo. Cuando el primer ministro Spencer Perceval apareció en la zona, John Bellingham se acercó a él, y le disparó directo en el corazón. Así, se convirtió en el único Primer Ministro que ha muerto así en la historia del país.

Perceval se enfrentó a una serie de crisis durante su mandato, incluyendo una investigación sobre la expedición militar de Walcheren, la locura del rey Jorge III, la depresión económica y disturbios luditas. Superó estas crisis, continuó con éxito la guerra de la independencia española frente al derrotismo de la oposición, y se ganó el apoyo del Príncipe Regente. Estaba bien afianzado a su posición a principios de 1812, cuando fue asesinado.

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