El uso de las tarjetas en el fútbol nació como necesidad en 1966 durante la disputa del Mundial de Inglaterra, en concreto en el partido de cuartos de final que enfrentó a los anfitriones con Argentina. Hasta entonces, los árbitros amonestaban o expulsaban a los jugadores y entrenadores verbalmente, y así lo hizo el colegiado Rudolf Kreitlein con Bobby y Jack Charlton, pero parece que nadie se percató, ni en el campo ni en las gradas, de las sanciones. Fue entonces cuando un destacado ex árbitro inglés, Keneth George Aston, pensó en un sistema que evitara cualquier malentendido, naciendo de esta forma las tarjetas.

Empleó el sistema de señalización de los semáforos: el amarillo precaución y el rojo peligro, es decir, expulsión. Otro de los motivos por los que se recurrió a este método fue para salvar las dificultades lingüísticas que podrían provocar las amonestaciones verbales en partidos internacionales, donde fácilmente pueden concurrir tres idiomas sobre el terreno de juego.

Este sistema se utilizó por primera vez en el Mundial de México celebrado en 1970, siendo el soviético Kakhi Asatiani el primer futbolista al que se le mostró una tarjeta amarilla y el chileno Carlos Cazely el primero en ver la tarjeta roja, además de forma directa. Fue después de esta Copa del Mundo, a mediados de la temporada 1970/71, cuando todas las federaciones empezaron a aceptar la implantación del mismo sistema en sus respectivos campeonatos.

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