La Compañía de Jesús fue fundada por el militar y religioso guipuzcoano Ignacio de Loyola en 1540, cuando la Iglesia católica creía necesitar un concilio para hacer frente al avance del protestantismo, resultaba moderna, y se la distinguía como renacentista, culta y amante de la libertad en sus iniciativas, siempre que ello fuera "a mayor gloria de Dios". Sus miembros profesos, jesuitas, tenían votos de pobreza, castidad y obediencia, que debía ser absoluta hacia el papa.

La Compañía desempeñó un papel importante en la Contrarreforma y en la evangelización de América. En el siglo XVII, los jesuitas actuaban en la sociedad española a través de la educación, pues dominaban la enseñanza secundaria. Además, habían ejercido gran influencia como confesores reales de Felipe V y Fernando VI. Su creciente éxito los terminó enemistando con otras órdenes, la corte y el pueblo. A mediados del XVIII, su defensa a ultranza del papado los llevó a chocar con el poder político. En 1759 fueron expulsados de Portugal y en 1764, de Francia. Carlos III, quien representaba una monarquía ilustrada y absoluta, tampoco era partidario de los jesuitas, los expulsa en 1767. Se establecen en Córcega, pues el papa Clemente XIII no les permitió entrar en los Estados Pontificios.

La Compañía sería restablecida en España en 1814 por Fernando VII, hasta 1835, durante la regencia de María Cristina de Borbón, y en 1932, con la Segunda República. Desde 1938 realiza libremente su actividad en España.

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