Luisa Ignacia Roldán Villavicencio (1652-1704),​ conocida popularmente como La Roldana, fue la primera escultora española registrada.

Poco a poco su prestigio fue en aumento y empezó a conseguir encargos importantes. En 1686 fue contratada por el cabildo de la catedral de Cádiz para la realización de diferentes tallas.

Se trasladó a Madrid donde sus figuras de barro empezaron a decorar muchos oratorios de los palacios nobles. Hasta tal punto ganó prestigio que en 1692 fue nombrada escultora de cámara del rey Carlos II, un privilegio reservado a muy pocos hombres y a ninguna otra mujer de la historia de España, excepto el caso no oficial de Sofonisba Anguissola.

El Jesús Nazareto es la mejor pieza de la escultora. Obra encargada por Carlos II como regalo al papa Inocencio XI que falleció antes de que le fuera enviado en 1698. Actualmente está en el convento de las monjas nazarenas de Sisante, Cuenca.

La crisis que azotaba el antes poderoso imperio español hizo que su situación no fuera tan deseable como puede parecer en un primer momento. Luisa Roldán no siempre conseguía cobrar por las obras que realizaba para los nobles y el cargo que ostentaba en la corte era más honorífico que otra cosa, pues raramente fue retribuida por él. A pesar de todo su prestigio vivió sumida en la pobreza.

Tras la muerte de Carlos II en 1700 y el ascenso al trono del primer Borbón, Felipe V, Luisa solicitó recuperar de nuevo su cargo, el cual le fue concedido a finales de 1701.

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