El autor de la frase fue Jacinto Benavente.

Jacinto Benavente y Martínez ( 12 de agosto de 1866 - 14 de julio de 1954) fue uno de los literatos españoles más destacados de entre finales del siglo XIX y principios del XX, coetáneo de los principales nombres de la generación del 98 –Valle-Inclán, Unamuno, Baroja– aunque distante de estos en intenciones literarias y estéticas. Si bien fue también poeta, periodista, autor de cuentos y aforismos y hasta guionista de cine y empresario de circo, el grueso de su obra lo forman sus más de 170 piezas teatrales. Hoy es un autor poco representado –salvo algunos de sus títulos: Rosas de otoño (1905), Los intereses creados (1907) o La malquerida (1913)–, pero en su día tuvo un enorme éxito de público y crítica que le valió el Premio Nobel de Literatura en 1922. Políticamente acomodaticio –fue sucesivamente germanófilo, prosoviético, republicano y franquista–, su ingenio verbal y escrito nos ha legado perlas como estas:

"Cuando no se piensa lo que se dice es cuando se dice lo que se piensa".

"Perdonar supone siempre un poco de olvido, un poco de desprecio y un mucho de comodidad".

"Bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán todos nuestros defectos".

"La disciplina consiste en que un imbécil se haga obedecer por los que son más inteligentes".

"Es más fácil ser genial que tener sentido común".

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