Antonio Vivaldi (1678-1741) fue un compositor y violinista italiano cuya abundante obra concertística ejerció una influencia determinante en la evolución histórica que llevó al afianzamiento de la sinfonía. Era apodado «Il prete rosso» («El cura rojo») por ser sacerdote y pelirrojo.

Compuso unas 770 obras, entre las cuales se cuentan más de 400 conciertos, para violín y una variedad de otros instrumentos musicales, y cerca de 46 óperas. Es especialmente popular como autor de la serie de conciertos para violín y orquesta «Las cuatro estaciones».

El famoso compositor Igor Stravinsky comentó en una ocasión que Vivaldi no había escrito nunca quinientos conciertos, sino «quinientas veces el mismo concierto». No deja de ser cierto en lo que concierne al original e inconfundible tono que el compositor veneciano supo imprimir a su música y que la hace rápidamente reconocible.

Caído en el olvido tras su muerte, el redescubrimiento de Vivaldi no tuvo lugar hasta el siglo XX, merced a la música de Bach, quien había trascrito doce conciertos vivaldianos a diferentes instrumentos.

El interés por el músico alemán fue precisamente el que abrió el camino hacia el conocimiento de un artista habilidoso en extremo, prolífico como pocos y uno de los artífices de la evolución del concierto solista tal y como hoy lo conocemos.

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