Los llamados "Decretos de Chamartín" fueron firmados por Napoleón Bonaparte el 4 de diciembre de 1808 por los que abolía el Antiguo Régimen en España, incluyendo el feudalismo y la Inquisición española.

Suprimió el Tribunal de la Inquisición por atentar contra la soberanía y autoridad civil. Fue la primera vez que se abolió el Santo Oficio, antes de que lo hicieran los liberales. Además, sus bienes se debían expropiar para amortizar la deuda.

El emperador decretó la reducción de los conventos a una tercera parte de los existentes, además de prohibir la admisión de novicios y dio libertad a los religiosos que se quisieran secularizar. La reducción del clero regular siempre fue una idea que muchos ilustrados defendieron y que definitivamente harían los liberales.

Decretó el fin del derecho feudal, de las cargas personales, los derechos exclusivos de pesca, de almadrabas, derechos sobre hornos, molinos y posadas, así como la supresión de aduanas interiores con el fin de fomentar la libre industria.

El 12 de diciembre dio un decreto por el que se abolía la jurisdicción señorial, declarando que no habría más jurisdicción que la real.

En conclusión, estos decretos de diciembre, aunque su cumplimiento solo pudo darse en las zonas dominadas por los franceses o por el gobierno josefino y fueron abolidas con la restauración de Fernando VII, suponen un conjunto de medidas muy importantes porque prefiguran las que el liberalismo español estableció con posterioridad.

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