La Metamorfosis de Narciso es una de los cuadros más famosos del pintor surrealista Salvador Dalí. También es uno de los mejores exponentes del método paranoico-crítico, que el artista desarrolló basándose en las teorías de Sigmund Freud.

Es una interpretación de una antigua leyenda grecolatina, un sueño plasmado sobre lienzo y un juego de espejos. El pintor se refleja a si mismo en una historia que habla del amor al propio reflejo.

Es una obra compleja y hermética que integra elementos dispares, irreconciliables, que parecen no guardar más relación entre ellos que la escondida en el subconsciente de su creador. El artista describe como: un método espontáneo de conocimiento irracional, basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones de fenómenos delirantes.

Dalí empezó a pintar este cuadro en 1937, mientras se encontraba en Zurs, una localidad de los Alpes de Austria. Por eso llama la atención que el paisaje de fondo recuerde tanto a la orografía del Cap de Creus (Cadaqués). El lugar de las vacaciones de su adolescencia, donde entró en contacto por primera vez con la pintura contemporánea.

Es un paisaje irreal, fruto de la erosión del tiempo y del recuerdo, siempre presente en la mente del artista. Es un paisaje vivido hasta la identificación con el propio ser, sobre el que el artista proyecta su amor erótico, de la misma manera en que Narciso lo hace con su propia imagen. Un entorno que se metamorfosea en la misma medida que el héroe trágico.

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