Pablo Gargallo (1881-1934) está considerado el precursor de la escultura en hierro. Su padre poseía una herrería en la que aprendió la técnica de la forja.

En Barcelona, donde se estaba desarrollando el Modernismo, comienza su formación artística. Frecuentó las tertulias de Els Quatre Gats y mantuvo contactos con jóvenes artistas como Novell o Picasso.

Empezó ya a usar los materiales metálicos como la chapa, el cobre o el hierro. En torno a 1911-1912 realizó las primeras máscaras, que son piezas de gran simplificación, elaboradas con chapas recortadas, ligadas a la estética cubista.

Continuó utilizando las chapas metálicas y con ellas empezó a sugerir volúmenes y exaltar los huecos, los vacíos, mediante la penetración de la luz en los interiores en obras como "El violinista", "La toilette" o "El hombre de la pipa".

Instalado en París, su estilo adquiere una dimensión muy personal, derivada de la interpretación del cubismo. Se basa en la búsqueda de una síntesis formal de la figura en planos geométricos siempre fluidos y en la valoración de los huecos y los macizos.

Sustituye los materiales convencionales como el mármol o el bronce por las láminas de hierro forjado. Crea un nuevo lenguaje escultórico introduciendo el vacío como volumen y dotando a sus figuras de gran dramatismo expresivo.

Alguna de sus trabajos más representativas son "Aguadoras", "El Joven de la Margarita", "El Arlequín", "La Bañista" y "El Profeta", su obra cumbre.

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