Charles Aznavour (1924-2018) fue el último gigante de la canción francesa del siglo XX. El cantante francés más conocido en el extranjero vendió más de 100 millones de discos a lo largo de ocho décadas de una carrera excepcional a la que no había puesto fin. Su trayectoria artística se compone de más de 1.200 canciones y casi 300 discos, aunque no se conformaba y seguía en activo, componiendo todos los días. De hecho, tenía previsto actuar el 26 de octubre en Bruselas.

Apodado el Frank Sinatra de Francia, logró una fama mundial pese a una voz y un físico atípicos. La Bohème, La Mamma y Emmenez-moi figuran entre sus canciones más destacadas de un repertorio de marcado tono nostálgico. Compuso además por artistas como Edith Piaf y como actor, participó en unos 80 filmes.

Puro motor de besos y lágrimas, de alegrías y penas, el responsable de La bohème, Il faut savoir o Que c’est triste Venise contradijo durante años el orden natural de las cosas y se mantuvo en la brecha hasta el final.

A un artista, considera, lo inspiran por igual las penas que las alegrías. "Aunque es verdad que no hay tantas canciones felices como tristes", aseguraba el embajador de la canción francesa.

El cantante creció arraigado a los orígenes de sus padres, armenios, que tuvieron que huir del genocidio. A la historia de sus progenitores y a la de tantos millones de personas va dedicada la canción con la que habitualmente suele empezar sus recitales desde hace dos décadas, Les émigrants.

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