La linfa es un líquido transparente que recorre los vasos linfáticos y generalmente carece de pigmentos. Se produce tras el exceso de líquido que sale de los capilares sanguíneos al espacio intersticial o intercelular, siendo recogida por los capilares linfáticos que drenan a vasos linfáticos más gruesos hasta converger en conductos que se vacían en las venas subclavias.

Además de los linfocitos, que representan el 99% de las células que se pueden encontrar en la linfa, podemos encontrar otros leucocitos como macrófagos y granulocitos.

En la circulación linfática no hay un órgano impulsor como el corazón que bombea la sangre. El movimiento de la linfa se produce de forma más lenta al ser empujada por las pulsaciones de las arterias cercanas, movimientos musculares y movimientos de las extremidades.

La cantidad de linfa en el cuerpo humano es variable y depende en gran medida de la cantidad de sangre. Se estima que en un adulto medio puede haber entre 2 y 2,4 litros de linfa. La linfa tiene principalmente dos funciones: inmunitaria y metabólica.

En el interior de los ganglios hay una gran red de tejido conectivo, esta red forma una malla que filtra la linfa, aquí los linfocitos entran a destruir bacterias, virus y células cancerosas si así fuera el caso. Los ganglios linfáticos y la linfa por tanto, forman parte del sistema inmune. En su papel metabólico la linfa participa en la absorción de algunos nutrientes en el intestino, principalmente ácidos grasos.

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