En la mitología griega existían unos seres llamados sátiros que estaban al servicio de Dionisio, el dios del vino. Tenían una apariencia muy similar a la del Dios Pan, es decir una apariencia de cabra de la cintura para abajo y torso de humano al otro extremo, además portaban un par de cuernos en la cabeza.

Aunque no los menciona Homero, en un fragmento de Hesíodo recogido por Estrabón se dice que los sátiros son hermanos de las ninfas de las montañas y de los curetes y que son criaturas inútiles e incapaces de trabajar.

Los sátiros son criaturas alegres y pícaras, aunque su carácter desenfadado y festivo puede volverse peligroso e incluso violento. Como criaturas dionisíacas, son amantes del vino, de las mujeres y disfrutan de los placeres físicos.

A menudo se los confunde con los faunos, pero se trata de dos criaturas diferentes. La principal diferencia entre ambos es que el origen de los sátiros es griego y el de los faunos es romano. Estos últimos a pesar de tener una apariencia similar contaban en comparación con características un tanto distintivas, no solo en lo físico sino también en el comportamiento.

El fauno no solo era adorado como el Dios de los campos y los pastores, sino también fue considerado una divinidad oracular y profética. Tienden a ser pacíficos, más sabios y mucho menos desinhibidos.

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