La epidermis, es decir, la parte más superficial de nuestra piel, está compuesta por millones de estratos de células de las que algunas nacen y otras mueren constantemente. Las cremas exfoliantes son productos cosméticos que actúan en éste tejido y cumplen la función de remover las impurezas y células muertas de tu piel, oxigenarla, prevenir el envejecimiento e hidratarla dejándola suave, tersa y luminosa.

Existen dos tipos distintos de exfoliantes: los mecánicos y los químicos. Los primeros incluyen micropartículas, gránulos o microesferas, como el azúcar, las semillas y otros obtenidos a partir cáscaras de frutos secos o huesos de frutas molidos, que arrastran todo lo que sobra de la superficie cutánea. Al necesitar de fricción para actuar, están recomendados para pieles normales o mixtas porque son un poco agresivos para las más sensibles.

En cambio, los químicos basan su acción exfoliante en enzimas de frutas tropicales, como la papaya o la piña, que no causan irritación, por lo que son grandes aliados de los cutis delicados. En este segundo grupo destacan los elaborados con alfa-hidroxiácidos, los famosos AHA, que, gracias a su efecto «peeling», son perfectos para pieles con tendencia grasa o muy secas.

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