El término onicofagia deriva de las palabras griegas "onyx" (uña) y "phagein" (comer).

En los manuales psiquiátricos, la onicofagia se clasifica como un trastorno del espectro obsesivo-compulsivo y, específicamente, como una conducta repetitiva centrada en el cuerpo.

Esta práctica puede ser un comportamiento temporal, relativamente no destructivo, pero también puede convertirse en un problema grave a largo plazo que requiera una intervención terapéutica.

Las causas que provocan la aparición de la onicofagia no están del todo claras. Morderse las uñas puede verse como un signo de nerviosismo y ansiedad y como un reflejo de una posible alteración emocional o un estado de gran estrés.

También se ha comprobado que el estrés y la agresividad son factores que agudizan el problema. Además, las personas que se encuentran en estados obsesivos son más propensas a desarrollar este hábito compulsivo como método para rebajar su ansiedad.

La onicofagia también puede ser un comportamiento aprendido a través del condicionamiento vicario (por observación). En la onicofagia infantil, los niños pueden imitar la conducta de morderse las uñas que ven en sus padres o sus cuidadores, al interpretar que es un comportamiento natural y aceptable. Los problemas de desadaptación provocados por cambios bruscos en la unidad familiar o por la pérdida de un ser querido también son el caldo de cultivo idóneo para que se desencadene automáticamente este hábito compulsivo.

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