La leyenda de estos niños-duendes que esconden cosas o pierden personas nació desde la época prehispánica. La palabra chaneque es una expresión náhuatl que quiere decir “los seres que habitan en los lugares peligrosos”. Son los encargados de cuidar los bosques, las selvas, los animales silvestres y los manantiales.

Se les describe de distintas formas: algunos dicen que son personas que miden un metro veinte centímetros de altura, con los pies al revés, el cuerpo deforme, que tienen cola y carecen de una oreja. Otra descripción los señala como enanos con rostros de niños que aunque hacen movimientos y emiten una voz infantil evidentemente tienen el rostro avejentado.

Para algunos son simplemente niños que hacen algunas travesuras como lanzar piedras, jalarle la cola a los perros, mover hamacas y tirar trastes en la cocina o asustar animales.

En el área de los Tuxtlas en Veracruz, se dice que hay dos tipos de chaneques: los buenos que se aparecen donde habita la gente y los malos que viven en cuevas, ríos o en los cerros, en lugares apartados.

Los chaneques buenos habitan en los cultivos y solo hacen travesuras sin causar daños; en cambio, los que están en las cuevas y ríos raptan niños y los convierten en sus sirvientes.

Si sientes que hay algún chaneque en tu casa que mueve las cosas o hace que se caigan, debes dejarles un dulce o una fruta y verás que se calmarán; si los encuentras en el bosque, solo trátalos amablemente y diles “gracias” por cuidarte.

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