Las pesadillas son un estado de ansiedad y agitación que aparece en el momento de soñar, muchas veces asociado a imágenes y sensaciones que causan miedo, tristeza o cualquier otra emoción negativa, de un modo tan intenso que se genera la interrupción del sueño.

Así pues, se considera que un mal sueño no llega a ser una pesadilla si no hace que nos despertemos o que lleguemos a un estado de consciencia entre el sueño y la vigilia.

Esta ruptura repentina con el sueño se produce fácilmente, ya que la fase REM, que es la que transcurre mientras dormimos y soñamos (es decir, cuando al dormir estamos a la vez en un estado de consciencia dirigida hacia el interior, no hacia el exterior), es la etapa del sueño que más se parece a la vigilia atendiendo a los patrones de activación de las neuronas en ese momento. Un pequeño “empujón” nos puede llevar a volver al mundo real.

Como todo lo que rodea el estudio de los sueños, hay poco que se sepa con seguridad acerca de las causas de las pesadillas. Pero sí hay varias cosas sobre las que hay consenso.

Algunas teorías apuntan a que las pesadillas no tienen ninguna utilidad, y son una consecuencia de la evolución que no ha sido promovida por la selección natural como rasgo ventajoso; simplemente están ahí, y son lo suficientemente inofensivas como para que los genes que las hacen posibles no desaparezcan con el paso de las generaciones.

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