Las citoquinas, también denominadas citocinas (no deben confundirse con citosinas), son proteínas que regulan la función de las células. En términos coloquiales, son mensajeros del cuerpo, pues sirven para transmitir señales entre células cuando se necesita que realicen una función concreta.

Estas proteínas, de bajo peso molecular, actúan a través de interacciones complejas entre distintos tipos de células, sobre todo como parte del sistema inmunológico.

Para entender su funcionamiento, imaginemos que una célula recibe un estímulo, al cual responde produciendo una molécula pequeña. Esa molécula viaja hasta que choca con otra célula. En la membrana de la célula, hay un receptor que detecta la presencia de la molécula, lo que se interpreta como una señal para dar otra respuesta. A partir de ahí, se inicia una cascada de transducción intracelular de señales. Esta cascada es lo que acabará desencadenando una respuesta biológica concreta.

Las citocinas son moléculas muy diferentes entre ellas y muy complejas, pero la mayoría son producidas por macrófagos, unas células esenciales en el sistema inmune innato, que es el que se encarga del reconocimiento genérico de patógenos y ataque contra ellos. Pero en el sistema inmune específico, son las células T colaboradoras quienes se encargan de producir citocinas.

La producción de citocinas es transitoria y está supeditada al tiempo que dura el estímulo, es decir, a la presencia del patógeno en caso de macrófagos y células T.

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