La Inscripción de Behistún es un bajorrelieve en piedra de 50 por 30 metros de ancho que se encuentra en la provincia de Kermanshah, en el oeste iraní.

Fue esculpido en torno al año 515 AC por orden del rey persa Darío I (521-484 AC) para conmemorar sus victorias sobre las distintas tribus que se rebelaron contra él como monarca del Imperio Persa.

Darío pretendía transmitir el fin de las revueltas y reforzar su autoridad como soberano ante todos sus súbditos. Representa la figura del rey aplastando a Gaumata, el usurpador que pretendió arrebatarle el trono y que lideró los levantamientos contra él. Frente a Darío, se puede ver a sus enemigos atados.

Completan el conjunto 14 columnas escritas en tres lenguas antiguas en escritura cuneiforme en persa antiguo, elamita y babilonio para todos los pueblos de su imperio.

Son estos textos los que aportan su gran valor como objeto histórico. Gracias a la Inscripción de Behistún, y basándose en el la lengua persa antigua, fue posible por primera vez descifrar la elamita y la babilonia. Es por ello que se suele comparar con la mucho más famosa Piedra Rosetta.

Tras la caída del Imperio persa y los reinos herederos (el Imperio macedonio, el Imperio parto y el imperio sasánida), y después de que la escritura cuneiforme cayera en desuso, la naturaleza de la inscripción fue olvidada, y se le atribuyó un origen cuando menos fantasioso o mítico.

La inscripción de Behistún fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2006

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