La heparina es un fármaco anticoagulante de amplísimo uso, especialmente en el ámbito hospitalario, de rápida acción.

En 1916, Jay McLean, un estudiante que trabajaba a las órdenes del profesor William Howell en la Escuela de Medicina John Hopkins, en la ciudad de Baltimore (EEUU), aisló un compuesto de las células hepáticas de perros que provocaba un sangrado excesivo en los animales de experimentación a los que se aplicaba.

Era el origen de la heparina, uno de los fármacos de uso generalizado más antiguo, hoy omnipresente en los hospitales debido a sus propiedades anticoagulantes y clasificado en la lista de medicinas esenciales de la Organización Mundial de la Salud.

El trabajo pionero de McLean quedó en el ostracismo durante dos décadas debido a problemas económicos que le llevaron pronto a abandonar la universidad, y fue el propio Howell, ahora en colaboración con otro alumno, Emmett Holt, quien lo perfeccionó y ya en 1922 presentó los resultados en una reunión de la Sociedad Americana de Fisiología. El nombre propuesto procedía del griego 'Hepar', hígado.

La heparina suele extraerse de la mucosa intestinal de los cerdos, es un producto de origen natural que está presente en todos los tejidos, pero sobre todo en el hígado, los pulmones y los músculos. El fármaco acelera la inhibición de las proteínas del sistema de coagulación de la sangre y, como resultado, previene la formación de coágulos. Se calcula que salva más de 100 millones de vidas anuales.

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