El 24 de octubre de 1929 se desató en la bolsa neoyorquina la peor crisis financiera del siglo XX. Las muestras de debilidad de la economía y la subida artificial de los valores debido a la especulación fueron los ingredientes principales del colapso.

Aquel jueves se desató el pánico, miles de órdenes de venta hicieron que el valor inflado de millones de títulos se despeñase. En sólo dos meses el índice de Wall Street se derrumbó más de un 48 por cien.

La crisis pasó del sector financiero al industrial y de Estados Unidos al resto del mundo. El episodio supuso el comienzo de la Gran Depresión, la mayor crisis económica del capitalismo moderno.

Los antecedentes y causas fueron propiciados por el bajo consumo y la falta de compradores exteriores que hacía difícil la venta de mucha de la producción, por lo que los inversores desviaron su atención hacia la Bolsa. Así, desde principio de la década de lo 20, las subidas fueron imparables.

Entre 1924 y 1927, el índice escaló un 125 %. Se vivía una situación de euforia, con la creencia de que era muy fácil hacerse millonario de esa manera.

Antes del crack, los números totales habían subido todavía más: el índice, un 200 % comparado con 1925; los créditos estaban en 6000 millones de dólares.

Los efectos del Jueves Negro, como comienzo de la Gran Depresión, se dejaron notar en todos los ámbitos: económicos, políticos y sociales. En el campo del arte apareció una generación marcada por la visión pesimista de la vida.

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