Las protuberancias solares son enormes chorros de gas caliente expulsados desde la superficie del Sol, que se extienden a muchos miles de kilómetros. Las mayores llamaradas pueden durar varios meses. El campo magnético del Sol desvía algunas protuberancias que forman así gigantescos arcos.

Dichas protuberancias emergen de la superficie del Sol, la fotosfera, y se extienden hasta alcanzar la corona solar. Mientras la corona consta de un gas extremadamente caliente y ionizado, conocido como plasma, y que emite tan poca luz visible como para quedar oculta por la fotosfera, las protuberancias se componen de un plasma mucho más frío, similar en composición al de la cromosfera. El plasma de las protuberancias es típicamente cien veces más frío y denso que el de la corona.

Algunas protuberancias pueden truncarse y originar eyecciones de masa coronal. Los científicos actualmente están investigando cómo y por qué se producen las protuberancias solares.

La primera descripción detallada de una prominencia solar fue en el Códice Laurentino del siglo XIV, en relación el eclipse solar del 1 de mayo de 1185. Allí fueron descriptas como "lenguas de fuego de brasas vivas".

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