“Houston, tenemos un problema”. La famosa cita se ha convertido en una frase popular aplicada a casi cualquier situación. Quienes vivían entonces tal vez recuerden la misión Apolo 13 como un thriller espacial con final feliz. Quienes lo han conocido a través de las recreaciones posteriores, sobre todo la película dirigida por Ron Howard en 1995, quizá guarden en mente que el éxito del rescate consistió en cuadrar el círculo.

Apolo 13 fue la séptima misión tripulada del programa Apolo de la NASA y la tercera destinada a aterrizar en la Luna. La nave despegó desde el Centro espacial John F. Kennedy el 11 de abril de 1970, pero tuvo que abortarse el alunizaje debido a un incendio en un tanque de oxígeno del módulo de servicio tras dos días de misión. En lugar de alunizar la tripulación dio la vuelta a la Luna y regresó a salvo a la Tierra el 17 de abril.

Sin oxígeno, necesario tanto para respirar como para generar energía eléctrica, los sistemas de propulsión y de soporte vital del módulo de servicio no podían funcionar. Tuvieron que desconectar los sistemas del módulo de mando para preservar los recursos restantes para el reingreso, obligando a la tripulación a trasladarse al módulo lunar como improvisado bote salvavidas.

Decenas de millones de espectadores vieron el amerizaje de la nave en el océano Pacífico Sur por televisión y el riesgo que corrieron los astronautas renovó por un tiempo el interés por el programa Apolo.

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