Una investigación realizada en Tierra Adelia, en la Antártida, mostró que la «adopción» en el pingüino emperador era relativamente común. Las adopciones prolongadas eran escasas (2-3%) y la mayoría no superaba los diez días. Los polluelos adoptados tenían entre uno y dos meses de edad, y los padres adoptivos eran reproductores fallidos o adultos no criadores en la colonia durante el ciclo reproductor, generalmente hembras. La adopción se daba mayoritariamente tras el secuestro del polluelo (más del 50% de los casos), o al encontrarlo vagando solo por la colonia.

Los pingüinos emperador son únicos entre las aves, ya que anidan en medio del invierno. Las hembras deben ir al mar a alimentarse, dejando a los machos para mantener a sus crías calientes.

La hembra vuelve a la colonia de cría en cualquier momento entre la eclosión de huevo y unos diez días después, de mediados de julio a principios de agosto.​ Encuentra a su compañero entre cientos de machos por sus voces de llamada y a partir de ese momento ella asume las atenciones y cuidados del polluelo, alimentándolo regurgitando la comida que ha almacenado en su estómago.

Entonces es el macho el que se marcha a la costa, pasando allí unos veinticuatro días hasta su retorno a la colonia. A partir de entonces los padres se turnan, y mientras uno se encarga de la cría el otro se dirige a la costa para alimentarse.

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