De acuerdo con Eutropio (funcionario romano) y Suetonio (historiador romano), al menos 60 senadores participaron en el magnicidio. César recibió 23 puñaladas, de las que, si creemos a Suetonio, solamente una, la segunda recibida en el tórax, fue la mortal.

Las últimas palabras de César no están establecidas realmente, y hay una polémica en torno a las mismas, siendo las más conocidas:

- ¡Tú también, Bruto, hijo mío!

- ‘¿Tú también, Bruto?’, versión inmortalizada en la pieza de Shakespeare

- Plutarco, un reconocido historiador griego, nos cuenta que no dijo nada, sino que se cubrió la cabeza con la toga tras ver a Bruto entre sus agresores.

Bruto era hijo de Marco Junio Bruto el Viejo y Servilia, amante de Julio César. Algunas fuentes hablan de la posibilidad de que César fuera su verdadero padre aunque en realidad se trataba de un rumor sin fundamento, ya que César tenía quince años cuando nació Bruto, y la relación con su madre empezó más de diez años después.

César estaba muy encariñado con él y respetaba mucho sus opiniones. Sin embargo, Bruto, como muchos otros senadores, no estaba satisfecho con el estado de la República. César había sido nombrado dictador perpetuo y había aprobado varias leyes que concentraban el poder en sus manos. El período final de la monarquía en Roma era un mal recuerdo. Los romanos habían sustituido la realeza por la República y los más tradicionales no deseaban un regreso a tal sistema.

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