Los sonidos normales del corazón se producen por el cierre de las válvulas cardiacas. Pero cuando hay una turbulencia por aceleración de la sangre, se produce un sonido añadido que es silbante, como un soplido, que es lo que denominamos «soplo». Se pueden diagnosticar con una sencilla auscultación cardiaca, escuchando con un fonendoscopio.

Los soplos se pueden tener desde el nacimiento (por un problema congénito) o bien desarrollarse a lo largo de la vida (por "envejecimiento" de las válvulas, por haber padecido fiebre reumática, etc.).

Tener un soplo no indica que se padezca una enfermedad de corazón, pero hay que estudiarlo. De hecho, un número importante de los soplos cardiacos son inofensivos, y son comunes en niños y adolescentes. Estos no requieren ningún tratamiento ni cambio en los estilos de vida, y tienden a desaparecer a lo largo de la vida.

En otras ocasiones un soplo se debe a enfermedades no cardiacas o circunstancias en las que hay un aumento de la velocidad de la sangre, lo que genera las turbulencias comentadas. Por ejemplo, en estados febriles, anemia, embarazo, actividad física, hipertiroidismo, momentos de rápido crecimiento como la adolescencia…

Pero hay ocasiones en las que un soplo es la manifestación de una patología cardiaca, ya sea por un estrechamiento de las válvulas (estenosis), por un defecto en su cierre (insuficiencia) o por un defecto en los tabiques que separan las cámaras cardiacas, lo que requiere un estudio más en profundidad.

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