El jubón, según el Diccionario de la Real Academia Española, es una “vestidura que cubría desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo”, que estuvo de moda en España en los siglos XV y XVI, llegando a extenderse por toda Europa.

Se trataba de una prenda semi-interior rígida que se llevaba sobre la camisa y que se unía a las calzas por medio de agujetas (cordones).

Lo usaban fundamentalmente los hombres, pero a partir de mitad del siglo XVI entra a formar parte de la indumentaria femenina, y en el XVII se generalizó su uso como prenda ligera sin forrar.

Los jubones podían hacerse con brocato, damasco, terciopelo, raso, tafetán, fustán, lienzo, etc. Los de lujo debían ir rellenos con algodón, mientras los más corrientes, podían rellenarse con lana.

Como fue una prenda semi-interior, no se podía mostrar en público. Ir en jubón y calzas era ir “desnudo”, lo que ahora diríamos “ir en paños menores”.

En el campo de batalla, los soldados lo usaban para proteger el pecho de las puntas del estoque y otras armas blancas.

De origen morisco (musulmanes del al-Ándalus convertidos forzosamente al catolicismo), es el típico ejemplo de aportación musulmana a los ropajes y armaduras cristianas. Fue común tanto entre moros como cristianos.

El maestro sastre que tenía como oficio hacer o vender jubones era el jubonero.

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