En la mitología griega, Sísifo fue fundador y rey de Corinto, ubicada en el istmo de Corinto, la estrecha franja de tierra que une el Peloponeso con la Grecia continental, a medio camino entre Atenas y Esparta. Es conocido por su castigo: empujar cuesta arriba por una montaña una piedra que, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo.

El motivo del castigo al que fue sometido Sísifo no es mencionado por Homero, pero otras fuentes indican que Sísifo había revelado al dios fluvial Asopo que el autor del rapto de su hija Egina había sido Zeus;​ o que el castigo había sido a causa de su impiedad; o bien se debió a su hábito de atacar y asesinar viajeros.

Cuando, por orden de Zeus o Hades, Tánatos (la muerte) fue a buscar a Sísifo, este lo engañó y le puso grilletes, por lo que nadie murió en la Tierra hasta que Ares lo liberó, entonces, como castigo, este puso a Sísifo bajo su custodia en el inframundo.

Luego de engañar nuevamente a los dioses y volver a la Tierra, finalmente fue obligado a cumplir su castigo en el inframundo, que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez. Así se cuenta en la Odisea.

En «El mito de Sísifo» (1942), Albert Camus, discute la cuestión del suicidio y el valor de la vida, presentando el mito de Sísifo como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre.

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