El estudio de las señales acústicas, producidas por los seres vivos, es conocido como bioacústica, fundamental para la comprensión de aspectos de su biología y ecología.

Las grabaciones de sonidos biológicos desempeñan un importante papel al permitir conocer y reconocer nuestra gran diversidad biológica.

En el caso de las aves, las vocalizaciones que emiten son de los sonidos más complejos y uno de sus principales medios de comunicación.

La grabación de los sonidos emitidos por la vida silvestre se inició en Europa y Norteamérica a finales del siglo XIX, pero es hasta la década de los años cincuenta que se inician algunos esfuerzos en América Central y Sudamérica.

El registro es pobre para muchas especies, por lo que se debe incrementar y realizar para que todos los grupos de seres vivos, estén representados en los archivos o bancos de sonidos.

Un archivo sonoro, banco o colección de sonidos, consiste en una serie de grabaciones o cortes realizados en condiciones naturales o en cautiverio, y cada uno corresponde individualmente a un animal o grupo de animales que cantan en un lugar y tiempo determinado.

En su medio natural los animales emiten una serie de sonidos, como trinos, cantos, berridos, gruñidos, ladridos, entre otros, y suelen ir acompañados de un propósito, como atraer pareja, ahuyentar depredadores o alertar a otros individuos; no obstante, cada sonido es peculiar y puede ser otro factor para poder identificar especies.

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