Ancrofobia, también conocida como anemofobia es un miedo extremo al viento o corrientes de aire. No es muy común y puede ser tratado.

Pertenece al grupo de trastornos de ansiedad, porque sus principales síntomas principales son la ansiedad y el miedo irracional.

La personas que sufren una fobia tienden a evitar el estímulo temido en un intento de reducir los síntomas desagradables.

Si esta fobia no se trata, puede afectar la calidad de vida. Puede perjudicar seriamente las actividades normales de su día a día, pues el afectado puede recluirse en su propio hogar para evitar el viento de la calle.

Muchas veces, estos individuos anticipan de manera irracional consecuencias catastróficas de este evento climático, por ejemplo que los árboles pueden caer por culpa de las fuertes rachas, causando problemas para la integridad física de la persona.

No solo afecta a la persona a la hora de salir a la calle, pues tener ventanas abiertas, lo que daría como resultado corrientes de aire, puede producir intensos cuadros de ansiedad, náuseas, dolores de cabeza, pensamientos catastrofistas, aceleración del pulso y sensación de sofoco.

Una persona puede haber tenido una experiencia emocionalmente negativa un día de viento, que le haya impactado tanto que en los siguientes días ventosos puede recordar esa experiencia traumática.

El tratamiento consiste en la terapia cognitivo conductual. Dentro de las técnicas podemos encontrar las de relajación y las de exposición.

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