El efecto invernadero es el fenómeno que, en condiciones normales, permite la vida del planeta Tierra tal y como la conocemos. Básicamente, es el efecto por el cual el calor del sol que llega a la tierra no es rebotado de nuevo al espacio en su totalidad y permanece en cierto porcentaje, dando lugar a una temperatura ideal para la vida del planeta tierra (animales, plantas, seres vivos…).

La atmósfera terrestre y los gases que la conforman son la capa que retiene y devuelve de nuevo hacia la tierra parte de ese calor que llega del sol, alcanza la superficie terrestre y vuelve a ser reflejado hacia el espacio. El término efecto invernadero se utiliza porque la atmósfera terrestre realiza un trabajo similar al que realizan las carpas de plástico en los huertos de los invernaderos.

Por lo tanto, este efecto es beneficioso para la vida y es más, sin él, ésta no sería posible (al menos como la conocemos). El problema ha surgido cuando, fruto de la actividad humana y del crecimiento industrial y social, la cantidad de gases en la atmósfera con propiedades para provocar este efecto invernadero ha aumentado desproporcionadamente y en tiempos muy cortos.

Al aumentar la proporción de gases de efecto invernadero por encima de las concentraciones normales, el efecto invernadero natural terrestre se ha multiplicado, dando lugar a un fenómeno perjudicial. Principalmente, puede conducir a un aumento de la temperatura global terrestre, con los efectos negativos que ello conlleva.

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