El nudo gordiano es parte de una leyenda griega según la cual el rey Gordias le realizó una ofrenda a Zeus atada con un nudo sin cabos sueltos.

Los habitantes de Frigia (región de Anatolia, en la actual Turquía) necesitaban elegir un rey, por lo que consultaron al oráculo. Éste respondió que el nuevo soberano sería quien entrase por la Puerta del Este, acompañado de un cuervo posado sobre su carro.

El que cumplió las condiciones fue Gordias, un labrador que tenía por toda riqueza su carreta y sus bueyes. Cuando lo eligieron monarca, fundó la ciudad de Gordio y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro, atando la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado que nadie podía desatarlo. Según se dijo entonces, aquel que lo consiguiese conquistaría toda Asia.​

Alejandro Magno (356–323 a. C.) cuando se dirigía a conquistar el Imperio persa, en el 333 a. C., de pasada conquistó la región de Frigia. Allí lo desafiaron a desatar el nudo. Sin pensarlo dos veces, lo cortó con su espada, diciendo (según la narración de Curcio Rufo, un escritor e historiador romano): "Es lo mismo cortarlo que desatarlo".

Esa noche hubo una tormenta de rayos que simbolizó, según Alejandro, que Zeus estaba de acuerdo con la solución.

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