El 26 de abril de 1937 la ciudad de Guernica, Vizcaya, capital cultural e histórica vasca, sufrió uno de los más crueles y devastadores bombardeos de toda la guerra civil. Su repercusión, a nivel mundial, principalmente por la devastación que causó y por haberse ejecutado sobre la población civil convirtieron la ciudad en un símbolo de las atrocidades de la guerra.

Este símbolo se hizo universal y eterno cuando Pablo Picasso se inspiró en él para pintar su "Guernica", obra encargada por el gobierno de la República para ser expuesta en el pabellón español durante la Feria Internacional de París de 1937.

Picasso no pretrende retratar el hecho concreto. Es una excusa para resaltar los horrores de la guerra, el verdadero tema del cuadro. Picasso se decanta por utilizar símbolos y figuras que expresen la violencia y el horror, en lugar de contextualizar espacios, lugares y momentos concretos acaecidos en Guernica; reflexiona sobre la destrucción y el dolor de cualquier conflicto, lo que hace que el mensaje final de este cuadro sea universal. No hay ni un solo soldado, ningún avión ni símbolos que muestren quién ha causado el desastre, sólo víctimas.

Su interpretación en profundidad es objeto de controversia por su simbolismo, pero su valor artístico está fuera de discusión. No solo es considerado una de las obras más importantes del arte del siglo XX, sino un icono del siglo XX, símbolo del sufrimiento que la guerra inflige a los seres humanos.

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