Cuando la gente piensa en el pintor posimpresionista Paul Gauguin, piensa en sus revolucionarias pinturas de tahitianos en estilo primitivo. La mayoría, sin embargo, normalmente no pensaría en Panamá. Sin embargo, Panamá jugó una pequeña pero significativa parte de la notable vida de este pintor.

Hastiado de Europa y en pos de nuevas y exóticas experiencias, Paul Gauguin viajó a Panamá en 1887 y se instaló en la minúscula isla de Taboga, una impresionante isla tropical frente a la costa de la ciudad de Panamá. Prácticamente sin un centavo, había dejado a su esposa y a sus cinco hijos en París para intentar hacerse un nombre como artista.

De camino a Martinica, se detuvo en el istmo de Panamá en 1887. Mientras estuvo allí, trabajó como mano de obra forzada en el temprano y desastroso intento francés de construir el Canal de Panamá.

Los relatos de este período sugieren que Gauguin pasó un tiempo miserable en Panamá, trabajando efectivamente como peón en el canal y permaneciendo demasiado enfermo para pintar con su fervor habitual. Su primera producción importante de pinturas tropicales, como sugiere la evidencia, se produjo en la siguiente etapa de sus viajes, en Martinica.

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