En Japón se adoptó de facto la grulla de origami como símbolo de la paz. La carga espiritual que tiene la figura de la grulla la ha hecho famosa en todo Oriente.

Esta estilizada ave resalta por su elegancia y por poseer una serie de connotaciones que la han llevado a ser una parte sustancial de la cultura japonesa.

La grulla japonesa es ave singular, una zancuda de cuello largo, pico agudo y alas largas y un plumaje blanco y negro que la destaca frente a otras aves. Sus gráciles movimientos elegantes, su agilidad y su capacidad de reacción frente al peligro, han sido fuente de inspiración en las artes marciales, la pintura, la literatura y la poesía.

En Japón, desde hace cientos de años la gente tiene la costumbre de dejar un "senazuru", una grulla de origami, como ofrenda en los templos budistas y sintoístas. Sin embargo, esta costumbre se hizo popular después de la Segunda Guerra Mundial, cuando EE.UU. lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima.

Sadako Sasaki tenía 2 años cuando cayó la bomba atómica y enfermó de leucemia a los 9 por la alta radiación a la que estuvo expuesta.

Mientras estaba internada, escuchó la leyenda que decía que, si una persona logra hacer 1000 grullas de papel en origami, conseguiría una larga vida o podría recuperarse de una grave enfermedad. Con la esperanza de que la leyenda fuese cierta, Sadako empezó a hacer grullas con todos los papeles que estuviesen a su alcance. Tristemente, sólo logró fabricar 644 grullas antes de morir.

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