El Ecce Homo fue un fresco pintado en la década de 1930 por García Martínez, artista y profesor de arte de Zaragoza, España, y pasó desapercibida por décadas en un oscuro rincón del Santuario de la Misericordia en Borja.

Hasta que Cecilia Giménez, de 82 años, devota y admiradora de la obra, decidió que necesitaba un poco de atención al estarse desconchando por culpa del húmedo aire de la iglesia.

Los dotes artísticos de la anciana terminaron por desfigurar completamente la obra original en lo que rápidamente se esparció por la prensa y redes sociales como "Ecce Mono".

Aunque al principio Giménez incluso sufrió un bajón anímico a partir de las burlas desatadas por su intento fallido, el insospechado y repentino éxito de la imagen hizo que fuera Giménez la que ahora ríe último. Y mejor.

Al 2013, el desfigurado fresco había atraído a más de 40 000 visitantes y recaudado más de 50 000 euros, dinero que fue destinado a mejorar las instalaciones del hogar de ancianos que depende de la Fundación Sancti Spiritus, dueña del caserón donde se encuentra la iglesia que alberga al fresco.

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