Las cebras tienen rayas blancas y negras distintivas. En algunos casos, lucen patrones de color insólitos, como manchones negros o rayas de color claro.

En 2019, en la reserva nacional de Masái Mara, en Kenia, los científicos documentaron un potro con lunares blancos que le cubrían el cuerpo de color pardo. Estas anomalías a menudo son causadas por mutaciones genéticas que alteran la producción de melanina y son raras en mamíferos.

La bióloga Brenda Larison constató que un 5 por ciento de las cebras de llanura que viven cerca del lago Mburo, en Uganda, presentaran rayas anormales.

La fragmentación del hábitat provocado por vallas, carreteras y el desarrollo humano ha encerrado a las poblaciones de cebras en pequeños tramos de tierra e impedido que de los animales viajen entre rebaños.

Las migraciones aportan nuevos genes a las poblaciones y son fundamentales para la supervivencia a largo plazo de una especie. La falta de flujo genético puede provocar endogamia y, a la larga, infertilidad, enfermedades y otros defectos genéticos.

Su estudio, publicado en la revista Molecular Ecology, desveló que las poblaciones más pequeñas y aisladas tenían una menor diversidad genética. Estos grupos aislados eran más propensos a producir cebras con rayas anómalas.

Si las poblaciones son demasiado diferentes genéticamente, puede ocurrir lo opuesto de la endogamia. Esto se denomina exogamia y provoca anomalías porque los genes son demasiado distintos.

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