Quien haya cursado sus años escolares en los años 60', 70', 80' o 90' seguramente usó este tipo de gomas para borrar errores, corregirlos y reescribir las cosas bien. Pero seguramente muchos comprobaron que la parte azul de la llamada "goma para tinta" no era muy efectiva para borrar lo escrito con lapicera, como algunos fabricantes aseguraban.

La parte azul sirve realmente para borrar lápiz pero en papeles gruesos, rugosos y de mayor gramaje. Esta goma está diseñada para aquellos que hacen proyectos artísticos, no para las tareas que se hacían en ese entonces.

Incluso antes de inventar la goma de borrar, la gente siempre ha tratado de enmendar los errores cometidos al escribir. Se solían usar pastillas o barras de goma o cera para borrar los trazos del papel. Para eliminar la tinta en los pergaminos o papiros antiguos, se empleaban trozos de roca sin tratar como la arenisca o la piedra pómez. En Japón se utilizaba la miga del pan.

Hasta el 1770 no se descubrió que el caucho natural obtenido de la resina de ciertas plantas, podía ser usado como borrador (la palabra caucho viene de una lengua amerindia y significa “lágrimas de árbol”). Ese año, de manera fortuita, Edward Nairne, un ingeniero británico cogió un trozo de caucho, en vez de miga de pan y lo usó para borrar marcas de lápiz.

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