A principios del II milenio a.C. poblaciones de origen indoeuropeo atraviesan la península Balcánica para establecerse en la actual Grecia. La mezcla de estos recién llegados con las poblaciones indígenas será la semilla de la que nacerá la futura civilización griega, que a lo largo del milenio se consolidará primero en la Grecia continental y después en el Mediterráneo oriental.

Mientras tanto, en la isla de Creta se desarrolla una floreciente cultura. Del nombre de Minos, legendario rey de Creta, proviene el término "minoico" para hacer referencia a la pacífica y refinada civilización de esta isla griega. Según Homero, Creta -ubicada estratégicamente entre Europa, Asia y África- contaba con 90 ciudades, entre las que destacaba Knosos.

El reinado de Minos se caracterizó por agrios conflictos con los pueblos vecinos, que él consiguió dominar. Minos fue un rey justo y sabio, y por este motivo tras su muerte se convirtió en uno de los jueces de Hades, junto a Éaco y Radamantis. En los mitos áticos se le representa, en cambio, como extremadamente cruel.

Minos, como castigo divino, tuvo un hijo con cuerpo de hombre y cabeza de toro, el Minotauro. Para ocultarlo a los hombres, hizo construir el laberinto de Creta, diseñado por Dédalo. Cada año, la ciudad de Atenas debía sacrificar a siete muchachos y siete muchachas, ofrecidos como banquete a la terrible criatura. Teseo puso fin al tributo matando al Minotauro con la ayuda de Ariadna, hija de Minos.

Más información: es.wikipedia.org