El objetivo final del ejército polaco era establecer la independencia de Polonia, pero no los viejos privilegios de la aristocracia, precipitando nuevamente la pérdida de apoyo entre la gran nobleza retrógrada y reaccionaria. De igual modo, la revuelta esta vez se extendió a Lituania, que manifestó su rechazo a la ocupación militar rusa y expulsó a sus guarniciones.

Los polacos contuvieron inicialmente a los prusianos en las afueras de Varsovia, pero no estaban en condiciones de vencer un ataque simultáneo de tropas rusas; pese a expulsar a los prusianos del norte de Polonia y de contar con una revuelta nacional en Lituania contra los rusos.

El 24 de octubre de 1795 se suscribieron los últimos acuerdos entre Rusia, Prusia y Austria, repartiéndose Polonia. De acuerdo a ello, Rusia ocuparía la llanura central polaca, incluyendo Varsovia, con las regiones de Masovia, Polesia y Podlaquia y también se adueñó de Lituania hasta el río Niemen.

Prusia se anexó la Polonia Mayor y confirmó su dominio sobre el litoral de Pomerania. En el mismo tratado se pactó evitar conflictos con Austria reconociendo a ésta la posesión sobre las provincias polacas de Galitzia y la Polonia Menor.

Con esto, Polonia desaparecía como estado independiente en Europa hasta 1807, cuando se constituyó brevemente el Gran Ducado de Varsovia. Extinto éste en 1815, no existiría un estado polaco independiente hasta la creación de la Segunda República Polaca en 1918.

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