El corsé ha sido una importante prenda de vestir durante varios siglos en Europa, evolucionando a medida que las tendencias de la moda han ido cambiando.

Se hizo popular por primera, alcanzando el cenit de su popularidad en la era victoriana.

La invitación a la delgadez se hacía en los medios elitistas y aristocráticos e iba dirigida tanto a mujeres como a hombres.

La obsesión por la figura esbelta era tal que algunos anuncios de principios del XIX, llegaban hasta el despropósito de recomendar el corsé incluso a las embarazadas.

Se trataba de un corsé rígido como coraza, capaz de distorsionar la armonía del cuerpo, con la paulatina reducción del miriñaque y la mayor racionalidad en el uso de ballenas se estableció entre 1850 y 1860 como medida ideal de la cintura femenina un diámetro entre los 44 y 54 centímetros.

En el año 1900, la tendencia imperante era resaltar el busto y alargar el corsé para eliminar cada vez más barriga, apareciendo en ese año se inventa el corsé de delantera lisa, cuyo propósito era aplastar el estómago.

A principios del siglo XX, las elegantes damas llevaban corsé de ballenas y cordaje tan incómodos que impedían el movimiento.

La rigidez que algunas damas mostraban, el estiramiento en gestos tan normales como el de dar la mano o poner la mejilla para que se la besaran, la leve genuflexión en las iglesias, el movimiento a derecha o izquierda de la cabeza o el cuerpo, todo estaba mediatizado por aquella prenda opresiva.

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