Baarle es un pequeño pueblo en la frontera entre los Países Bajos y Bélgica. La línea divisoria efectúa numerosos zigzags por todo el pueblo, hasta el punto de que están contabilizados 24 enclaves de propiedad belga en los Países Bajos y otros tantos neerlandeses en territorio de Bélgica.

Herencia compleja que se remonta a la edad media, el pueblo ahora son dos: Baarle-Hartog (B) y Baarle-Nassau (NL), que cuenta con dos comisarías de policía, dos ayuntamientos, dos cuarteles de bomberos, dos estaciones… y así.

La línea de la frontera hace que algunos edificios se situen entre ambos países. Este es el caso de una sucursal de Zeeman, una cadena comercial de los Países Bajos.

Para estos inmuebles se aplica la política de la 'voordeurregel' (literalmente: 'regla de la puerta principal'): su dirección se encuentra en el país en el que se encuentra su puerta principal. La excepción es una casa de la calle Loveren con puertas delanteras belgas (nº 2) y holandesas (nº 19).

Para los habitantes de Barrle, aunque el asunto es cotidiano y se le presta mucha menos atención, no es tan jocoso. Para los viajeros que no poseen pasaporte comunitario se pueden dar situaciones paradójicas: que se cuente con un visado para Holanda y no para Bélgica o al revés, que se alquile un coche en un lado y haya que aparcar en el país vecino. O, incluso, que un alojamiento hotelero tenga la frontera pasando por el interior de las instalaciones.

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