El esqueleto humano tiene una serie de funciones, tales como la protección y soportar el peso. Se clasifican en cinco tipos:

- Huesos planos: en la estructura ósea de la cabeza (occipital, parietal, frontal, nasal, lagrimal y vómer), la caja torácica (esternón y costillas) y la pelvis (ilion, isquion y pubis). La función es proteger los órganos internos.

- Huesos largos: incluyen el fémur, así como huesos relativamente pequeños en los dedos de las manos. La función de los huesos largos es soportar el peso del cuerpo y facilitar los movimientos.

- Huesos cortos: tienen la misma longitud que ancho. Se ubican en las articulaciones de la muñeca y el tobillo, proporcionan estabilidad y permiten algunos movimientos. Los huesos carpianos en la muñeca (escafoides, hueso semilunar, piramidal, hueso ganchoso, pisiforme, hueso grande, trapezoide y trapecio) y los tarsianos en los tobillos (calcáneo, astrágalo, navicular, cuboides, cuneiforme lateral, cuneiforme intermedio y cuneiforme medial).

- Huesos irregulares: varían en forma y estructura y no caben en ninguna otra categoría. Con frecuencia tienen una forma bastante compleja, que ayuda a proteger órganos internos. Las vértebras, huesos irregulares de la columna vertebral, protegen la médula espinal, pubis, ilion e isquion.

- Huesos sesamoideos: estos pequeños huesos redondos se encuentran en los tendones de las manos, rodillas y pies. La función de los huesos sesamoideos es proteger los tendones del estrés y el deterioro.

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