La Operación Tormenta del Desierto, la “Madre de todas las Batallas” como la llamó Saddam Hussein, comenzó cuando una coalición de 34 fuerzas con el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, encabezada por Estados Unidos, y estacionada en el Golfo Pérsico, inició la campaña de bombardeos aéreos contra Bagdad, la capital de Iraq.

Tras la invasión de Kuwait por Sadam Husein el 2 de agosto de 1990 el presidente George H. W. Bush había buscado apoyos tanto en Oriente Próximo como en Occidente para abordar la situación. A partir de noviembre comenzaron los preparativos de la operación, un plan de ataque en dos fases.

Hacia fines de 1990 el Consejo de Seguridad de la ONU, con el acuerdo de la Liga Árabe, lanzó una última advertencia: los iraquíes debían abandonar Kuwait o entrarían en guerra.

Intentaron valerse de misiones diplomáticas a efecto de mantener la paz y resolver la cuestión en forma pacífica, derivando en un bloqueo total a Irak ante la negativa de Saddam Hussein de acatar lo propuesto.

En las primeras horas fuerzas aéreas estadounidenses destruyeron el sistema de radares iraquí y bombardearon masívamente objetivos militares, al tiempo que se lanzaban misiles crucero desde efectivos de la flota estadounidense desplegados en el golfo Pérsico y el mar Rojo.

Unas horas después el portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, informó a los medios de comunicación de la operación, bautizada “Tormenta del desierto”.

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