Los restos mortales de Leonardo da Vinci fueron depositados, por voluntad del propio artista, en la capilla del palacio de Saint-Hubert de Amboise. Debido a los sucesivos conflictos de religión que vivió Francia durante la segunda mitad del siglo XVI, el templo quedó en mal estado.

A principios del siglo XIX, la iglesia se encontraba en ruinas, el nuevo propietario del edificio tras la Revolución francesa, un senador, hizo derruir las partes en peor estado y la localización del enterramiento se perdió por completo.

En 1863, unas excavaciones sacaron a la luz un esqueleto que, sobre la base de una lápida incompleta y diversas monedas francesas e italianas contemporáneas al reinado de Francisco I, se pensó que era el de Da Vinci. Los huesos fueron trasladados a una nueva tumba en la capilla de Saint-Hubert, en el castillo de Amboise.

Desde entonces, turistas y curiosos han acudido al emplazamiento que se considera la morada definitiva de los restos del artista hasta que una investigación con métodos modernos y fiables pueda establecer la identidad de tales restos. Esta investigación debería de tener en cuenta los resultados del Leonardo Project, un grupo internacional de expertos cuya meta es la identificación del ADN de Leonardo da Vinci gracias a la localización de sus descendientes, más allá de eventuales "reliquias" que se le puedan atribuir.

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