Felipe IV llevó la corona española desde 1621, cuando tan solo tenía dieciséis años, hasta 1665, año de su muerte. Amante de las artes y de los placeres de la carne, "El Rey Planeta", apelativo con el que era conocido por su magnanimidad y despilfarro, confió las labores de gobierno a Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, (1587-1645).

Este valido promovió una política exterior enérgica, dirigida a mantener la hegemonía española en Europa. El fracaso de la empresa agudizó los problemas económicos del reino y liquidó el futuro del Imperio americano.

En el marco de las guerras de religión que desangraban el continente, en 1618 estalló un nuevo conflicto a escala europea: la Guerra de los Treinta Años, entre los partidarios de la Reforma protestante y los defensores de la ortodoxia católica. En mayo de 1635 Francia, aliada con los protestantes, de Federico V de Bohemia, declaró oficialmente la guerra a España, que apoyaba al bando católico de los Habsburgo. La guerra se saldaría con la paz de Westfalia que supuso el punto final de los Austrias y su relevo por los Borbones.

En política interior intentó, sin éxito, algunas modificaciones, como medidas mercantilistas y reforma financiera, debido a la bancarrota en la que estaba sumido el reino y el descrédito internacional. Tambien en este ámbito se sucedieron las derrotas, Secesión en Cataluña e independencia de Portugal.

Finalmente, víctima de sus errores, fue desterrado y juzgado por la Inquisición.

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