Si bien el origen de la empanada no está claro, la primera mención de una empanada se remonta a la época medieval. Los historiadores han descubierto un libro de cocina catalana, el Libre del Coch de Ruperto de Nola, que tiene la receta de empanada más antigua, publicada en 1520.

En Medio Oriente la consideraban una excelente manera de conservar la carne. Hay quienes dicen que la primera se originó en Persia (actual Irán) muchos siglos antes de Cristo, otros que en Grecia y de allí fue pasando a Armenia, Marruecos y el resto de Medio Oriente, inspirando a Italia con su original calzone. Los árabes, en el siglo VIII, la llevaron a España.

Luego de la expulsión de los moros, la empanada se nacionalizó española y conoció versiones hispánicas, llamadas empanadillas. Luego los españoles la llevaron a sus colonias de América.

De ahí que cada país tenga su versión: Sfijas y Fatayer árabes, Briks tunecinos, Börek turcos, Calzone italianos, Empanadas gallegas, Cornish Pasties británicos, etc.

En la historia argentina, la empanada fue una vez conocida como la comida del trabajador. Esto se debe a que contenía una comida completa que era fácil de llevar al trabajo. Aunque no lo llamemos así hoy en día, la facilidad del plato de la empanada no se ha perdido en las últimas generaciones. Sigue siendo un elemento básico en la cultura alimentaria argentina.

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