El 28 de noviembre de 1943 fue el día escogido por Adolf Hitler para llevar a cabo la Operación Weitsprung, una misión que debía terminar con la vida de los líderes aliados Josef Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt durante la Conferencia de Teherán, y de esta manera dar un giro definitivo a la guerra.

Ernst Kaltenbrunner, jefe de la Gestapo y de la Oficina Central de Seguridad del Reich, se encargó de organizar el complot. Para llevarlo a cabo, le confió el mando de la misión al coronel Otto Skorzeny de operaciones especiales.

La Conferencia de Teherán tenía como objetivo asegurar la plena cooperación de la Unión Soviética en todas las políticas de Estado que se iban a llevar a cabo tras una guerra que estaba en su última fase.

Un agente soviético, quien haciéndose pasar por un oficial de la Wehrmatch, logró sonsacarle información a un oficial de las SS emborrachándolo.

Con esta información, se diseñó un sistema de seguridad que fue encargado a un espía soviético llamado Guevork Vartanian. Tras un arduo trabajo de investigación, se logró interceptar una señal radiofónica enviada por un grupo de alemanes cerca de la ciudad de Qum.

Tras el descubrimiento del plan, todas las comunicaciones alemanas fueron interceptadas por las inteligencias soviética y británica. Pero, uno de los agentes alemanes pudo enviar un mensaje cifrado con un código secreto informando de que se encontraban bajo vigilancia y que la operación tenía que ser abortada.

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